Pese a que el término «chatarra» propiamente dicho no corresponde a ningún residuo ni es recogido en la ley o en la Lista Europea de Residuos, es un término tan utilizado en la industria y en el sector del reciclado que ya forma parte del mismo.
Podemos entender como chatarra aquél conjunto de metales férricos o no férricos mezclados entre sí o no.
Los metales férricos contienen hierro, como el acero y el hierro, mientras que los metales no férricos no lo contienen, como son el cobre, el aluminio, el estaño, el cinc, el plomo o el níquel.
Este término ha tenido tanto éxito por dos motivos principales:
- La tradición de las chatarrerías, cuya función de compra de metales tiene gran éxito entre particulares y autónomos como forma de ganarse la vida o como complemento a su actividad.
- Porque describe fácilmente el conjunto de varios tipos de metales que generan la mayoría de empresas y se refieren a ellos de manera coloquial como chatarra, en lugar de enumerar tres o cuatro tipos de metales.
El reciclaje de chatarra se basa en la separación entre los diferentes metales para su destino final.
Se trata de varias etapas de trituración, cribado y separación para conseguir cada metal por una lado y la fracción resto (plásticos, textiles,…) por otro.
En el siguiente vídeo vemos cómo funciona una planta para la separación y reciclaje de chatarra: